De madrugada

De vuelta a casa, bajo la lluvia recordé que hace un rato atrás dije te quiero, nunca había mencionado tal frase. Tuve miedo, temblaron mis venas, se quedó en altura mi confusión. Consulté un diccionario, también de antónimos. Nunca dije te quiero, ni siquiera a la mascota y en el principio del horizonte habían señas de un saludo caluroso con un par de ojos, pintando latidos y otros sembrando crecimiento. ¿De dónde viene? Ni el espejo lo sabe. Al volver a decir te quiero con la voz amante, el pecho se quedó tranquilo y la madrugada de aquel invierno fue pintada con dedicación y hubo remedio al eco poderoso de la duda. Apago la luz de la mesita fielmente nocturna y compañera, miro por la ventana. Ahora tengo tu amor, amor.

Autor: El gato con botas

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