Le gustaba llegar sin que lo llamáramos, pensamos que era por timidez. Sin embargo, el sabia que lo necesitábamos y que era sin lugar a dudas el mejor amigo de nuestro entendimiento y comprensión en charlas y reuniones varias. Por eso cuando llego supimos que no podíamos decir su nombre, porque al nombrar lo evitábamos, porque si decíamos su nombre dejaba de existir…
Autor: Comodoro
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